Seguramente cuando se oye hablar de la mejora continua lo relacionamos o asociamos a metodologías, normas y herramientas que nos permiten contar con esa visión de optimización del rendimiento de cualquier proceso a través de la observación continua, medición y retroalimentación en cada fase requerida del proceso.
Por ejemplo, los sistemas de gestión, los modelos de excelencia y la planificación estratégica están basados en la necesidad de que una organización esté en continua evolución y que además dicha evolución esté documentada y justificada.
Sin embargo, la crisis generada por la pandemia del COVID-19 ha venido a cambiarnos las reglas del juego y posiblemente lo que aplicaba ayer o hace un mes, ya no es aplicable hoy o ya no será aplicable mañana. En otras palabras, ha puesto sobre la mesa la necesidad de las organizaciones de estar preparadas para la constante evolución de sus procesos.
Esta pandemia ha obligado a las organizaciones a pensar fuera de la caja y reinventarse, idear nuevos procesos, lineamientos y estrategias para encontrar la ruta adecuada que les permita adaptarse a esta nueva realidad.
Ahora bien, independientemente de la estrategia o modalidad de trabajo por la que opte la organización, siempre prevalecerá la aplicación de herramientas enfocadas a la evaluación de los nuevos procesos para su optimización y/o retroalimentación.
Es decir, que la evaluación para la mejora continua, ahora más que nunca se debe aplicar, tanto en los lineamientos y protocolos implementados para prevenir el contagio de nuestros colaboradores y proveerles de un sitio de trabajo seguro, como en los cambios realizados a los procesos de la organización como tal.
Los resultados que arroje la evaluación de los procesos, lineamientos y protocolos proveerán información extraordinariamente valiosa a los tomadores de decisiones dentro de la organización para conocer de forma fehaciente, documentada y justificada que se ha tomado el buen camino, o bien se requiere de modificación.
Los procesos, lineamientos y protocolos que conocíamos como la palma de nuestra mano, seguramente a estas alturas de la pandemia ya no son los mismo y no deben ser los mismos. Sin embargo, lo que debe prevalecer es la implementación de normas y herramientas para evaluar los nuevos procesos, lineamientos y protocolos. Y se debe tomar en cuenta que los procesos y/o herramientas para evaluar también ha surgido modificaciones, han tenido que evolucionar para adaptarse y así cumplir con la demanda de un mercado con la urgente necesidad de apoyo, tal es el caso de las auditorias remotas o virtuales, por dar un ejemplo.
Es importante analizar cada una de las opciones existentes en lo que corresponde a la mejora continua y elegir la modalidad que mejor se adapte a nuestra organización.
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